Si hace poco tiempo lo «social» y lo «empresarial» parecían antónimos, hoy en cambio es difícil ver ambos conceptos separados.
¿La razón? Antes, la comunidad sentía menos preocupación por los fundamentos circulares de consumo en la economía responsable. Hoy, los recursos son finitos, limitados para tantos habitantes y, en consecuencia, rápidamente perecederos. De ahí, el afán por subsanar y llevar a cabo planes de contingencia que prevengan un «apocalipsis» ecológico prematuro.
Esto a un nivel general. En lo que concierne a la moda, el problema no es distinto… Aunque sí peor.
El 24 de abril de 2013 en Bangladesh murieron 1.124 y 2.500 quedaron heridas y con secuelas graves de por vida, debido al colapso de El Rana Plaza de Dhaka. Lo anterior sucedió mientras hacían ropa para el primer mundo. ¿Parece justo?
No, no lo es. Y por eso mismo (aunque no es ideal que suceda por eventualidades) nació Fashion Revolution. Un proyecto aunado por un grupo de elementos anónimos que pide justicia en la transparencia de las prendas que usamos a través de la iniciativa #whomademyclothes ( O quién hace mi ropa en español) y con un espíritu dinámico de cambio que dicta:
A lo mejor nunca te has preguntado sobre la procedencia de tus prendas. Si provienen de buenas prácticas industriales, o si sencillamente no contienen los suficientes químicos necesarios para que con la facilidad de un tronar de dedos, tu piel esté invadida por una impresionante e inesperada dermatitis de contacto, o lo que es peor, un abominable y evitable cáncer.
Y POR ESO ES QUE EN WAISSÖ NOS UNIMOS A #WHOMADEMYCLOTHES
La moda ética
Pues bien, para evitar cualquier clase de incidencia en relación a la moda rápida: enfermedades, aporte económico involuntario a generar entornos no aptos de trabajo para personas económicamente vulnerables en países en vía de desarrollo y un infinito etcétera, también existen antídotos conscientes para fortalecer la calidad de vida de todos los actores del ciclo vital de la moda.
Esta vez los condensamos en varios puntos a considerar:
#1
La moda ética se diferencia de la «McModa» por el simple y sencillo hecho, de que la segunda, debido a sus atractivos bajos precios y grandes márgenes de ganancias, crea condiciones laborales inhumanas para los trabajadores de manufactura, incluso llegando a abusar de sus necesidades económicas para aumentar las horas labores con una salario ridículamente bajo.
En Waissö trabajamos en pro de la moda ética. Seguimos valores muy rigurosos de condiciones laborales. Toda la bisutería inspirada en las raíces afro de su creadora, Verónica Bosio, son diseñadas y fabricadas por ella misma con materiales completamente hipoalergénicos, de calidad y algunos de producción local.
Las camisetas básicas Waissö, por otro lado, son 100% algodón siempre y cuando las condiciones del diseño nos lo permitan. De ahí que sean suaves, de alta calidad e igual que la bisutería, hipoalergénicas. Las condiciones laborales de nuestros proveedores están completamente reguladas con nuestras visitas asiduas a sus instalaciones, buscando así que respondan sin falta a los valores Waissö.
#2
La moda ética también recupera técnicas ancestrales, negocios locales y de comercio justo, lo que permite a todos los actores de la cadena de producción crear una atmósfera amena de trabajo y que genere justicia, convitiéndose en una alternativa a los monopolios y a las grandes cadenas de producción textil.
#3
Cuando compramos una prenda o complemento elaborado con transparencia y justicia social, la réplica genera un cambio drástico en la raíz de las cadenas de producción cuyo único fin es favorecer a quienes no tienen voz para contrariar al actual sistema económico global.
¿Y tú? ¿Qué quieres ser? ¿Cómplice de malas prácticas o gestor de una nueva y mejor sociedad?